Publicado el 21 de Abril de 2008 - Edición No. 288
Y el humo llegó a la Argentina
Uno de los funcionarios de la intendencia
de Rosario, Santa Fe, que
entienden en el tema está saliendo
por la radio. En el transcurso de la
semana, los oyentes han podido
escuchar tanto a este como a otros
en grado ascendente hasta llegar
al propio Intendente diciendo más
o menos lo mismo: “Esto pasa desde siempre. La
quema de pastos es una práctica
ancestral. Es el método más barato
para renovar las pasturas para
la cría y engorde de ganado. Los
rosarinos lo padecemos todos los
años y nadie ha dicho nada. Sólo
que esta vez, la gran sequía y los
factores climáticos, han llevado el
humo hacía la Capital”.
Cuando el funcionario rosarino dice
Capital, se refiere a la CABA (Ciudad
Autónoma de Buenos Aires),
Capital de la República Argentina,
de la que su ciudad y provincia
forman parte. Lo que desconoce es
que, para el periodista porteño que
lo entrevista, Argentina es solo la
CABA. En todo caso, si lo apuran un
poco, podría agregar la zona norte
del conurbano, hasta Pilar. El resto,
es todo eso que rodea a su idea
de país. Ese territorio cuya única
razón de ser es la de proveer de
lo necesario para que, en la Reina
del Plata se viva como lo que es y
no puede dejar de ser, una ciudad
europea. No en vano, cuando ve a
su Buenos Aires convertida en una
ciudad borrosa, lo primero que dice
es “estamos en Londres”. Claro que,
entre bruma y humo y a pesar de
que no se pueda ver un pomo, hay
una “notable” diferencia: el periodista
tiene los ojos rojos, la garganta
irritada, y la nariz le gotea como
una canilla con el cuerito gastado.
Es por eso que está entrevistando
al funcionario rosarino. Porque que
quiere saber qué pasa. Auque, su
querer saber, durará lo que un pedo
en una canasta: en cuanto el humo
se haya ido para Rosario -lugar de
donde no debería haber venido- se
habrá olvidado del humo, sus molestias
y, de las verdaderas causas
de la descomunal humareda.
Como habrá olvidado lo que el
funcionario le tira como punta del
ovillo a desembrollar. Que, la quema
de pastizales en las islas, a esta
escala, se da desde hace unos 5 ó 6 años. Dado que el suelo de las
islas no se banca el peso de las
maquinarias que los agro-negocios
requieren, hacía allí han sido
empujados los que crían ganado:
de 15 000 cabezas que se criaban
hasta hace unos años, el número
se ha elevado a 150 000. Y todo
gracias, al avance de la soja y los
agro-negocios.
Así, en cuanto corta la comunicación
con el funcionario, el periodista pasa
a un móvil en Panamericana y los
efectos del humo en el tránsito de “su” Argentina. De los efectos de la
soja, bien gracias, ya se olvidó.Pero
qué le vamos a hacer, los argentinos
de la Argentina europea somos así,
egocéntricos, negadores. Mientras
no falte el lomo en los restaurantes,
o el asado y el vacío en las parrillas,
está todo bien. Si el asado no es el
mismo de antes, si la grasita del bife
de chorizo no se derrite como antes
por que al novillo lo engordan en el “firlot”-a base de soja y demás porquerías-
en vez de la pastura que la
hacía apta para el buen colesterol, a
quien le importa. Si total, el periodista,
como tantos otros, jamás hizo ni
hará un asado. Eso sin contar que,
hasta seguramente le meta mostaza
a la costillita.
La cuestión es que en esta Buenos
Aires llena de humo, la información
contribuye, como siempre, a nublar
más la realidad. Como diría un viejo
cacique, “la cagada con esta humareda
es que uno no puede distinguir
las señales de las tribus amigas.
Parece que todos son enemigos”.
Quizás, lo único que podamos
hacer, sea desensillar hasta que
aclare. Entretanto, la soja sigue
avanzando. Los pesticidas, también.
“Bueno”, diría el periodista de la
Argentina porteña, “mientras no me
siembren soja en los bosques de
Palermo, está todo bien”
Publicado el 14 de Abril de 2008 - Edición No. 287
Un dia cualquiera, un trabajo como cualquier otro
Miércoles 15 de julio-18,30 hs: Eduardo está frente al espejo del
botiquín del baño con la brocha
de afeitar en su mano. La pasa un
segundo bajo el chorro de agua
del lavabo y, después, vuelve a
pasarla por su cara hasta que
la espuma está óptima. Deja
la brocha en el pote de crema
de afeitar, toma nuevamente la
afeitadora y la pasa, por tercera
vez, sobre su casi inexistente
barbaCuando termina, luego de lavarse y comprobar que su cara esta bien “lisita”, se pasa la loción de afeitar y se mira en el espejo, una vez más, para ver que ni una sombra de barba asome por su rostro. Eduardo se ajusta la bata de baño -el frío de julio viene apretando -, vuelve a tomar la brocha y la crema de afeitar, levanta una de sus piernas, y la sostiene apoyando el pie sobre la tabla del inodoro. Después, en cuanto termina de enjabonarla, la afeita prolijamente. Y así, su otra pierna, su pecho y sus brazos, seguirán el mismo destino. Finalizada la tarea, Eduardo ordena todo y se encamina al dormitorio. Miércoles 15 de julio, 19 hs: Suena el timbre en la casa de Carlitos. Estela, su mamá, que está pelando unas papas en la pileta de la cocina, deja una a medio pelar, se seca las manos en el delantal, y se dispone a abrir. La voz de Carlitos la detiene desde el comedor “dejá mami, debe ser González un compañero del “cole” con el que tenemos que hacer un trabajo en equipo”. Cuando Carlitos abre la puerta, del otro lado, efectivamente, está González. Como es la primera vez que va a su casa, lo primero que hace es mostrarle alguno de sus trofeos: un póster del “Rojo” Campeón, dos videos de Harry Potter, y una “Play Station” llena de cinta aisladora -pero que anda-. La madre de Carlitos-con una papa en la mano- entra y saluda, amablemente, a González. González se queda encantado con esa señora tan macanuda que, ahora, va camino a la cocina en busca de una chocolatada y unas vainillas. Lo que no sabe, es que acaba de ser evaluado por la señora, y que, en cuanto vuelva con la leche, le preguntará por sus padres, sus hermanos, y hasta por si su perro está vacunado. “A estos chicos hay que controlarlos, después de todo, Carlitos tiene 10 años... no vaya a ser que se me junte con cualquiera”, piensa Estela mientras revuelve la leche. Miércoles 15 de julio. 19, 30 hs: Eduardo está sentado frente al espejo del dormitorio. Ya tiene puestas la tanga, las medias de red, la mini de lycra roja, el top negro, y acaba de colocarse las pestañas postizas. Ahora la base de maquillaje, un poco de rimel, el delineador, la sombra, el rubor, el lápiz labial color rojo, y lo último: el lunar en la mejilla a lo “Marilyn”, y listo. Solo falta la peluca y lo peor de todo, los zapatos de taco alto. Miércoles 15 de julio. 19, 45 hs: González toma la chocolatada, mientras responde, una a una, las preguntas de la madre de Carlitos. Ya le contó que su papá es remisero, que su mamá cobra un “plan” y que, por eso, ayuda todas las mañanas en un comedor. También que, cuando tenía 2 años, tuvieron que ir a vivir a lo de la madre de su mamá, porque a la fábrica donde trabajaba su papá la cerraron. Mientras relata, la mamá de Carlitos -que ya aprobó a Gonzálezle pide el número de teléfono, para avisarle a la mamá de él que, si lo deja, se puede quedar a cenar. Miércoles 15 de julio. 20 hs: Eduardo revisa uno de los rulos de su peluca rubia, se da un último toque de polvo y, después de un repaso final frente al espejo, se encamina a la cocina. Pica algo de parado frente a la mesada, con cuidado de no despintarse los labios, toma un trago de agua, y ya está. Antes de salir saluda a su familia, les recuerda que, al acostarse, cierren bien las puertas y la llave de gas y, con un “deséenme suerte”, toma su cartera del perchero y se va. Miércoles 15 de julio. 20, 15 hs: Carlitos está conectando el Play Station. González, que lo mira en silencio, le pregunta asombrado “¡Che, quién era el que se fue!”. “Mi papá”, le respondió Carlitos mientras encendía la tele. “¿Y a dónde va?”. “A dónde va a ir...a trabajar”, contestó Carlitos poniendo un juego de fútbol. “¿Pero de qué trabaja?”, “De travesti, en Palermo”. “¿De travesti?”, contestó González con asombro. “¡Sí, de travesti!”, interrumpió la mamá de Carlitos- “Como Florencia de la V. Pero mi marido es un travesti activo ¿entendés?”. “Si, claro”, respondió González, “que un travesti activo, es una actividad. Un trabajo como cualquier otro ¿no?”. Miércoles 15 de julio. 22, 30 hs: La mamá de González le está preguntando por la familia de Carlitos. González ya le contó que Carlitos y la mamá son macanudos. “¿Y el papá?”. “El papá es famoso...como Florencia de la V”.
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